1 Δεκεμβρίου 2010

PALABRAS DE LA GRIEGA



PALABRAS DE LA GRIEGA

No me guardes en tu imaginación.
No me pienses.
Tus ojos están llenos de espléndida ponzoña.
No me mires.
Que mi saliva te inunde la garganta.
No me asfixies.
Deja de agusanar mi mente confundida.
No me pudras.
Guarda mis incisivos en una caja de plata
pero no te arrodilles ante sus resplandores.
No me reces.
Que mis ropajes no sirvan de velamen
a los navíos sin patria.
No me rasgues.
Que mis coágulos no vivan en tus uñas
ni en los nudillos que derriban templos.
No me maldigas.
En la herida la sal halle su suerte.

Francisco Hernández (México, 1942 - )

1 Νοεμβρίου 2010

KOLYMBOSAI O LAS NADADORAS



KOLYMBOSAI O LAS NADADORAS

Termas desmoronadas
cerca del mar. La huella anaranjada
y mineral de aguas milenarias
al fondo del estanque, sobre losas y líquenes.
Cualidad de blandura semejante
en el tiempo, la hiedra espesa, el mar,
la historia erguida, el cuerpo. Balnearios
con aguas incansablemente mágicas
y pasadas de moda. En los lechos de piedra,
junto a piscinas rotas
tenderme, tenderme boca arriba, el indolente
racimo de uvas negras rozándome los labios
como a Greta, la gloria del amor
medido desde dentro
-su membrana de luz, su cauce oscuro,
su arquitectura extraña de termas laberínticas.

(Aurora Luque, España, 1962 - )

1 Οκτωβρίου 2010

EN ATENAS



EN ATENAS

¿Por qué la mano lenta sobre el tambor pulido
desta columna rota, tórridamente va?
Es la misma caricia con cierto aire de olvido
que deslizó sus dedos sobre Chi-Chen-Itzá.

Y hay un viaje remoto que a un altar dividido
dio su gozo y su espuma, sus esperanzas da.
Y hay un retorno antiguo hacia un nuevo sentido
del Sol que abrió las cifras de Grecia y Yucatán.

Doré ritmos que a veces suelo olvidar. Y echado
sobre los dulces tréboles al pie del Partenón,
pongo a danzar los lápices. Y el verso nace atado

a una columna rota y a un gran muro labrado.
Porque a un noble temblor la luz ha desbordado
la mano silenciosa que rige el corazón.

Carlos Pellicer (México, 16/1/1897-16/2/1977)

1 Σεπτεμβρίου 2010

LESBOS, 1995














LESBOS, 1995

He sido un griego, y nada más.
Y fue hace veinticinco siglos.
Escribía entonces Safo sobre un grupo
de jinetes, y una flota, y esos
infantes que soñaban las guerras:
lo más bello de la tierra, oyó
decir. Safo sabía que no hay nada
mejor ni más dulce que amar
a quién se ama. Doblé la hoja
del libro de ella, olvidé
la página, y me quedé pensando
en cómo ver ahora los anillos
de Saturno, sintiendo
que el amor se fue y, a lo lejos,
en el horizonte de esta
isla de Lesbos, aparecen
esos carros lidios que vio
Safo, menos duraderos que el amor.

Alfonso Calderón (Chile, 1930 - )

1 Αυγούστου 2010

EN LEFKES














EN LEFKES

Junto a la esquina
del Kafeníon
que se sueña en el orden griego
como un niño en Constantinopla
suben al monte
las casas blancas
con temerarios pasos de nieve
bajan
por los olivos
hasta las calles en flor
como palomas que vienen a bañarse.

Más allá de la higuera está el crepúsculo
y una sombra morada que dibuja un turbante
a la cupula azul de San Spiridión.

Más allá está el crepúsculo. ¿Lo ves?
Sus grandes pétalos se abren sobre el mar
como una enorme y sorprendida rosa.

Blanca Andreu (España, 1959- )

1 Ιουλίου 2010

VISIÓN



VISIÓN

Todo el mar
es griego.
En los mares más raros
aún quedan Venus
que van sobre sus conchas
como espectros.

Federico García Lorca (España, 1898-1936)

1 Ιουνίου 2010

CANCIONES DE EGEO



CANCIONES DE EGEO

1. Amorgós

La tarde brilla en el vino
y en el mantel mojado

en palabras que sabemos
y no decimos

en el canto ambulante
y las cuerdas que rasga

en el jardín del templo
y la boda que empieza

en el sol que se acuesta
con el agua

2

A la mañana
la huella de tu oreja
ha tatuado en mi hombro
un caracol

Sus trazos paralelos
se separan
hacen de su voluta
un corazón

En su espiral de espuma
se detiene
el eco de tu voz-
ebullición

3

Toma el silencio la forma
de tus manos

La mañana se abre en la terraza
con el tajo del sol.
Extiende su brillo hacia la higuera
y se mece en el aura
de tu olor

Toma el aliento la forma
de tu nombre

Va subiendo sin peso la mañana
va cobrando color
Se enciende como las barcas a lo lejos
bajo el cuidado mínimo
del sol

4

Como las aceitunas
tus ojos
negros
y en cada gota de vino
tu beso
entero

5

Prendida de tu ala
me pierdo de claridad

De la barranca suben buganvilias
como del sueño esas vides moradas
transparencias

Prendida de tu ala
cruzo la oscuridad

Y brillando entre el mar y la montaña
como faros diminutos nos saludan
las luciérnagas

Elsa Cross (México, 1946- )

1 Μαΐου 2010

LAS GASTADAS PALABRAS DE SIEMPRE



LAS GASTADAS PALABRAS DE SIEMPRE

Déjame recordarte las gastadas palabras de siempre,
los armarios que encierran la humedad de los puertos
y el sabor a betel que dejas en mis labios
cuando desapareces en el aire.
Déjame tender tu cabello a la sombra
para que la penumbra madure como el día.
Déjame ser una ciudad inmensa, un bote de cerveza
o el fruto desollado ante la espiga.
Déjame recordarte dónde me ahogué de niño
y por qué hace brillar mi sangre la tristeza.
O déjame tirado en la banqueta, cubierto de periódicos,
mientras la nave de los locos zarpa
hacia las islas griegas.

Francisco Hernández (México, 1946- )

15 Απριλίου 2010

ANDABA YO POR GRECIA



ANDABA YO POR GRECIA

Andaba yo por Grecia
y en todo creía sentir la huella de Cavafy.
Cubierta por la lluvia,
coloreada por una tierra parda,
¡qué éxtraña y solitaria Alejandría en la memoria!
Al templo abandonado,
a la ciudad perdida, a los mitos,
al muro, ¿cómo pudo Cavafy
arrancarles el signo de la vida?
En el tren de regreso,
cuando volvía de otras ruinas,
estaba el campo mudo
y el bosque amarillento
siempre al final de los caminos;
pero no me detuve ante aquel árbol sombrío
que ví al pasar,
que entró por mi ventana,
que aún pone en mis papeles
una hilacha sedienta,
que aún vela sobre mi amor
como un desastre.

Heberto Padilla (Cuba, 1932- )

15 Μαρτίου 2010

GRECIA



GRECIA

Ella es la fiesta de las líneas
y de las rosas soñadoras
y de las diademas apolíneas
entre la flor de las auroras.

Tropa de dioses pescadores...
Píndaro canta, dicta Aspacia.
…Y un atropello de visiones
en los suspiros de la magia...

Solemnidad de columnata.
Y en las mandíbulas de Plata
del trípode, alza sus esfuerzos

la lividez de los aromas,
como una ráfaga de versos
en un encanto de palomas.

Carlos Pellicer (México, 16/1/1897-16/2/1977)

15 Φεβρουαρίου 2010

ATENAS



ATENAS

Hoy buscamos las ruinas de la cárcel de Sócrates
en las lindes del Ágora y pensamos en la posibilidad de recuperar
esas viejas imágenes
con extrañas máquinas para rastrear en los ayeres de la luz.

Entretanto, el sol plateaba el Egeo,
una mujer tendía la ropa mojada en una azotea
sin presentir el barco que a esa hora
a unos cuantos kilómetros de distancia
giraba lentamente por la bahía,
pequeño en lo profundo, como el barco
que un niño suelta sobre un estanque que ondula.

Pero desde la altura
la mujer y la nave eran la misma imagen
en nuestros ojos, regocijados en la tranquila contemplación,
y entre los dos vivía, atronadora la ciudad,
con leguas de casa blancas y tejas soleadas,
con bruscas callecitas que azulaban los buses sucesivos
y colinas de pinos que no diezma el otoño,
y ese arte de Dios, lleno de personas sin nombre,
sin ayer ni mañana en nuestras almas,
que cruzan y se pierden por las encrucijadas del día.

Después, en el Museo,
vimos el Poseidón de bronce que esgrime desde siempre su tridente invisible.
Es bello imaginar que ese titán perfecto
es el que emerge entre las olas de Virgilio
y envía hacia los montes la legión asustada de los vientos.

Ya es de noche en Atenas.
La lengua griega, insomne, bordea los surtidores rojizos
y estos campos antiguos soportan, sosegados,
todo ese mar de historia que ha vertido sobre ellos el tiempo...

La inmóvil legión de los efebos desnudos,
las losas funerarias, las ánforas pintadas,
los jóvenes caballos eternos que relinchan y saltan
en las salas oscuras,
los templos de Bizancio, los patriarcas barbados
y tantos hombres ciegos en los pasillos y en las calles
que son Edipo y cuya historia, aunque lo ignoran,
ya fue escrita en el verso.

Sentimos el rumor de las hojas quemadas del otoño
y vemos, como Heráclito, las hojas del acanto que caen
desde los capiteles de mármol.

A la sombra de sus guerreros y sus sabios,
bellos varones que cantaron su victoria y su ruina,
enciende la ciudad sobre las colinas, miríadas de luces
y resplandece el mar bajo navíos de leyenda
que van hacia otras islas,
mientras sonríen desde el fondo del tiempo
los poderosos dioses y las blancas esfinges.


William Ospina (Colombia, 2/3/1954 - )

15 Ιανουαρίου 2010

A LAS MUSAS

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Apolo y las Musas - Teatro Liceu de Barcelona

A LAS MUSAS

Doctas Pimpleas, que las verdes faldas
moráis alegres del feliz Parnaso,
donde Castalia su inspirante onda
vierte suave;

Sed a mi canto fáciles, el día,
que vuestros dones celebrando grato,
del padre Betis el laurel frondoso
ciño a mi lira.

¿Y cuál primera mi atrevido acento
dirá a Vandalia, de canoros cisnes
madre fecunda, del divino Herrera
madre gloriosa?

Tú, Melpómene, del puñal infausto
la diestra armada, que al feroz guerrero
luciente aterra, cuando cae del hado
víctima triste;

o bien, Urania, de tu voz celeste
arrebatado, y la mansión etérea
diré de Jove, y el poder que temen
hombres y dioses:

que si fulmina su indignada diestra,
sobre los polos del excelso Olimpo
tiembla el palacio, la cabaña humilde
tiembla de Baucis.

Ya de Polimnia los festivos coros
seguiré alegre, cantaré las selvas
tuyas, oh Euterpe; o la que al vicio azota
Musa maligna.

Tú, dulce Erato, de mi amante pecho
nunca olvidada: que si bien los años
con triste hielo mi rugosa frente
ciñen y enfrían,

en otro tiempo me cediste el arpa,
donde resuenan tiernos los amores;
y el blando canto las hermosas ninfas
gratas oyeron.

Debí a tus dones en mi edad primera
gozos amables: rápidos volaron;
mas su memoria plácida tristeza
vierte a mi seno.

Tú, Musa augusta, que con santo plectro
muestras al hombre la virtud hermosa,
a ti mi lira, mi postrer aliento
rindo y dedico.

Por ti los muros de la antigua Tebas
levantó osada la anfionia lira;
por ti siguieron al ismario Orfeo,
montes y fieras:

por ti Delille, tierno y delicado,
gloria es del Sena: Pope más severo
por ti en la cumbre de Helicón sagrada
goza renombre.

Tú, dulce Clío, mi ferviente ruego
oye benigna: desusado canto
y audaz emprendo, que del sacro Betis
pare las ondas.

Alberto Lista (España, 1775-1848)
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